(Poema escrito para, y leído durante, la presentación del noveno número de la revista literaria Gambito de Papel, ayer, en La Plata.)

qué hace un conejo en la selva?
qué hace un jubilado en el capitalismo?
un maestro? un hamster? una mano abierta?
será por insistir estúpidamente en la belleza
será esa imperdonable ingenuidad que mata
lo que esperamos es la garra y el garrote

en la selva se celebra a cada instante la misma ceremonia
a la luz del día, el sacrificio ante los ojos lúbricos de todos

oh lo blanco del pelaje y lo suave de la carne!
oh lo frágil de los huesitos!
oh la mandíbula del tigre! oh el crujido! oh la hiena y sus
garras policiales!
oh la sangre roja escribiendo su prosa certera!
oh el leopardo, oh la serpiente, oh la Sociedad Rural, oh la
bestia rubia!

la jungla está en nosotros, en el podrido espíritu podrido
y en el complejo militar industrial y en bloquear en Whatsapp
y en Facebook y en el culo agitándose frente a las narices del
patriarcado furioso

para sobrevivir a la selva hay que ser un poco absurdo — o bastante

yo recuerdo las crónicas de guerra y los poemas bonitos
y también recuerdo la punción desorientada, el germen
rebelde que sin objeto
eyaculaba precozmente
mientras la guita se la comía un departamento del centro, oh
el centro, oh el propio corazón de la jungla!

oh lo verde de la hierba en la nochumbre de risas entrevistas entre los
versos pedorros y alucinados de los amigos sin cerveza o con
cerveza caliente, oh el amarillo pis de la cerveza, oh lo
pegajoso del vaso marcando un círculo mojado sobre los
versos pegajosos y mojados!
oh los amigos salvándote aunque no quieras, oh la perversa
ficción de la amistad, oh su pulmón infecto y tierno, oh el
pacto fútil para hacer frente a la nada!

yo dormí muchas veces bajo una colcha roñosa cedida por un limpio
corazón y muchas veces no fui digno de la insistencia, del
fulgor de la mano siempre tendida contra un fondo de días
grises —
yo admiré la pureza de estas almas en busca de sentido y de
una perfección sin mercado, oh musas desnudas, oh
impúdicos poetas revolviendo en el barro en busca de
diamantes, armando el altarcito para el dios olvidado:
Abelardo — olvidado, tan perdidos estamos en la hojarasca,
oh poetas!

como si fuera fácil profanar los dominios del tigre
andamos sin rozar el follaje verde dólar, los troncos tanques y
la cascada catódica
y tratamos de ignorar el llamado oscuro de la jungla, la
plusvalía arrancada a zarpazos
destrozando a conejos y jubilados

en las noches de Gambito vimos a Goliat
en las noches de Gambito creímos en la literatura
en las noches de Gambito nos hicimos los boludos

son formas de vivir en la selva